Se crío entre viñas y vino, respirando el olor del mosto fermentando en la bodega de sus abuelos y sintiendo la brisa procedente del mar de vides que rodean su pueblo natal. Por eso, a nadie extraña que Lauren Rosillo Marhuenda, (Villarrobledo, Albacete, 1975) terminara haciéndose enólogo y convirtiéndose con el paso del tiempo en uno de los profesionales más destacados del panorama vitivínicola español.
Ingeniero agrónomo por la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomos de Albacete y licenciado en Enología por la Universidad Miguel Hernández de Alicante colaboró en sus inicios profesionales en la cátedra de Química Agrícola de la Escuela Superior de Ingenieros Agrónomos de Albacete firmando numerosas publicaciones e investigaciones vitícolas y enológicas,
El año 1997 marcó su bautismo de fuego en el mundo laboral. Ese año comenzó a trabajar con Manuel Manzaneque en su explotación vitivínicola ubicada en los montes de El Bonillo bajo la dirección técnica del prestigioso enólogo francés Michel Podou. Tres años después de su llegada se hizo cargo de pleno con la dirección técnica de la explotación, asumiendo en solitario la máxima responsabilidad en el campo y en la bodega. Finalizó su periplo en Manuel Manzaneque en 2002, no sin antes dejar todo preparado para la declaración de la bodega del productor teatral de Campo de Criptana como una de las dos primeras denominaciones de origen de Pago de España, junto al Marqués de Griñón.
La llegada a Finca Antigua
En ese mismo año, Lauren Rosillo se incorporó a la bodega en la que actualmente sigue ejerciendo su magisterio: Finca Antigua, de la familia Martínez Bujanda. Al principio, como director técnico de bodega y viñedo de la finca de Los Hinojosos (Cuenca) y, posteriormente, cinco años después, asumiendo la dirección técnica de todas las bodegas de la familia: Finca Antigua, Viña Bujanda, Finca Valpiedra, Finca Montepedroso y Cosecheros y Criadores.
Robándole mucho tiempo al sueño, el enólogo albaceteño todavía es capaz de compaginar su trabajo en Familia Martínez Bujanda con dos proyectos personales, uno exclusivo y otro compartido. El primero en La Axarquía malagueña, ubicado en el municipio de Sedella, que también da nombre a la bodega. Allí elabora dos tintos de la variedad autóctona romé y un blanco de vidueños (mezcla en viña de variedades autóctonas minoritarias). En total, 8.000 botellas que se vienen a sumar a las 100.000 de txakolí que salen de la bodega del archiconocido y mediático cocinero Carlos Arguiñano en el municipio guipuzcoano de Aia, entre Orio y Guetaria, y que se venden en el mercado con el nombre de K5.
No es difícil pensar que Lauren Rosillo no sabe lo que es el aburrimiento. Es el responsable de la parte técnica de las bodegas de la familia, que incluyen un total de 80 personas, además de codirector general del grupo, que cuenta con 700 hectáreas de viñedos repartidas entre las cinco bodegas, que cuidan y miman con la aspiración de convertir sus frutos en vinos francos y sinceros, que sean reflejo de la personalidad de sus terruños.
Esta es la característica principal que llevó a la familia Martínez Bujanda a fijarse en la finca de Los Hinojosos para plantar su bodega castellanomanchega. Se buscaron para ello viñedos propios situados en enclaves singulares y privilegiados, a 900 metros de altura y capaces de ofrecer todas las garantías para albergar diferentes variedades.
Otra de las señas de identidad de Finca Antigua, bodegas inscrita en la Denominación de Origen La Mancha, es la gestión del agua que hacen sus responsables para obtener lo mejor del viñedo. “Estamos casi en niveles de aporte hídrico de secano”, explica Rosillo, “salvo en años muy secos como éste”.
Curiosamente, viniendo de territorio airén, Lauren Rosillo destaca por la elaboración de otras variedades de blanco, como la viura en Finca Antigua y la verdejo en Finca Montepedroso, Rueda. En cuanto a la primera, han conseguido que con una producción comedida en viñedo y una crianza de seis meses sobre lías, Finca Antigua Viura sea uno de los referentes de blancos en Castilla La Mancha. Respecto a la verdejo, difiere de la más comerciales tan de moda últimamente y apuesta por una versión más tradicional y austera, con mucha estructura y el amargor natural de la uva.