Las previsiones de algunos expertos y responsables de organizaciones agrarias que se han ido conociendo en las últimas semanas apuntan a que la vendimia que acaba de comenzar arrojará una producción inferior a la media de 43 millones de hectolitros de la última década, bajo la persistente amenaza de una ola de calor que, de momento, no concede tregua.
Las temperaturas diurnas, que oscilan desde hace muchas semanas entre los 30 y los 40 grados en gran parte de la España vitivinícola, completan un año meteorológico irregular, presidido por los elevados índices del mercurio y caracterizado, salvo excepciones, por un otoño y una primavera lluviosos y un invierno y un verano muy secos, lo que en algunas comarcas provocó el adelantamiento de la cierna (floración).
En contra de la afirmación vertida recientemente por un portavoz de la Asociación Agraria Jóvenes Agricultores (Asaja) a la agencia Efeagro, reproducida con posterioridad en distintos medios de comunicación, el pasado otoño no fue seco en España sino más lluvioso de lo habitual, como lo demuestran los datos estadísticos de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet). Concretamente, tomando como referencia el período histórico 1981-2010, llovió por encima del promedio en la mayoría de las estaciones de medición de Castilla-La Mancha, Madrid, Castilla y León, País Vasco, Murcia, Comunidad Valenciana, La Rioja, Navarra, Baleares, Asturias, Cantabria, Extremadura y, parcialmente, en Aragón, mientras que lo hizo en menor proporción en Andalucía, Cataluña, Galicia y Canarias. En el cómputo global, y hablando en términos generales, la pluviometría fue superior a la media histórica en otoño y primavera y muy inferior durante el invierno y las semanas transcurridas de verano.
Algunas comarcas han registrado una cierna (floración) irregular e incompleta, con reducción de volumen productivo
Altas temperaturas y lluvias irregulares
Esta climatología, con precipitaciones irregulares, un invierno cálido y sucesivas olas de calor desde la pasada primavera, ha originado en algunos lugares un adelanto del ciclo fenológico de la vid, lo que ha derivado en una alteración en los ritmos estivales de maduración de la uva y hace prever un descenso de la producción, sobre todo, si como está ocurriendo, se mantiene el excesivo calor de forma prolongada.
En algunas regiones la floración ha sido irregular e incompleta, con reducción de volumen productivo, aunque también hay que destacar que la brotación en su momento fue excelente, sin incidencias y con buena muestra. José Luis Santiago, vocal del Consejo Regulador y presidente de Bodegas Latúe, de Villanueva de Alcardete (Toledo), cree que el “excesivo calor en la cierna ha motivado una reducción en las previsiones de cosecha de hasta un 10%”.
Una valoración con la que coincide el presidente de la Cooperativa El Progreso, de Villarrubia de los Ojos (Ciudad Real), Jesús Julián Casanova. "Están viniendo socios a decirnos”, explica, “que, debido al fuerte calor de junio, hubo un mal cuajado de la uva y la aceituna y podríamos encontrarnos con cosechas inferiores a las del año pasado, al igual que está pasando con otros cultivos como los cereales, que han descendido en un 10%".
Olas de calor “devastadoras”
Asimismo, desde la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG), el responsable del sector vitivinícola, Joaquín Vizcaíno, prevé una merma de la cosecha y calificado de “devastadoras” las recientes olas de calor. “En algunas zonas, la flor de las cepas se ha quemado, sobre todo, en los tintos”, indica.
Por su parte, el técnico de Vino de la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA), José Manuel Delgado, manifesta su “preocupación” por la anómala situación como consecuencia de la sequía y las olas de calor. “El viñedo”, explica, “tiene la ventaja de que aguanta bastante aunque haya una sequía, el problema es que estamos en una situación al límite con estas altas temperaturas. Hasta ahora la planta estaba aguantando bien, cómo va a aguantar hasta el final de la vendimia lo desconocemos”.