El colectivo de enólogos de Castilla-La Mancha, dividido desde abril de 2013 entre los integrantes del Colegio Oficial de Enología (COECM) y los partidarios de la Asociación de Enólogos de Castilla-La Mancha (AECM), ha comenzando a dar los primeros pasos para acercar posturas y favorecer el “deshielo”. Se ha abierto un nuevo capítulo, en el que el debate girará en torno a la posibilidad de alcanzar la unidad de acción como paso previo a la reunificación definitiva. El objetivo persigue acabar con la fractura que desde hace tres años viven los profesionales de la mayor región vitivinícola del mundo.
El pasado 4 de junio se produjo la primera “toma de contacto” en Villarrobledo (Albacete) entre las dos delegaciones, representadas por el decano del órgano colegial, Miguel Ruescas Lozano, y el nuevo presidente de la AECM, Alfonso García Cámara. El origen de la división entre los enólogos castellanomanchegos data del 26 de abril de 2013, cuando la asamblea constitutiva del Colegio de Enólogos de Castilla-La Mancha, celebrada en Tomelloso (Ciudad Real), se saldó con la elección inesperada de Miguel Ruescas frente al gran favorito, el entonces presidente de la AECM, Luis Jiménez, que aspiraba a ocupar el cargo sin oposición. El desenlace de aquella asamblea supuso un completo revés para sus aspiraciones, lo que derivó en un enfrentamiento abierto declarado. A partir de ese mismo momento, Luis Jiménez, que había anunciado que abandonaría la presidencia de la AECM una vez que se celebraran las elecciones colegiales, cambió de estrategia y, en contra de lo afirmado, decidió mantenerse en el puesto de presidente para, desde allí, marcar distancias y vigilar el funcionamiento del recién estrenado colegio oficial. Comenzó entonces una época de tensión y desencuentros que llevó a la ruptura entre ambas instituciones.
La elección en Alcázar de San Juan de Alfonso García Cámara el pasado 29 de abril como nuevo presidente de la Asociación de Enólogos de Castilla-La Mancha ha hecho posible, no obstante, el acercamiento entre ambas instituciones. La primera reunión celebrada en la sede del COECM el día 4 de junio supuso una “primera toma de contacto”, como antesala del encuentro que tendrá lugar el próximo día 2 de julio. En la agenda de las dos instituciones hay una serie de asuntos clave que condicionarán el éxito o fracaso de las negociaciones.
Representatividad y modo de acceso
En primer lugar, los asistentes tendrán que determinar la representatividad y la pertenencia en cada caso. El Colegio de Enólogos ha ido incrementando el número de sus miembros desde su creación en 2013 hasta superar, en la actualidad, los 135 inscritos, de los que 110 son colegiados ordinarios y el resto, “no colegiados”, una figura que agrupa a quienes no figuran como enólogos “habilitados” en el registro correspondiente de la comunidad autónoma o bien no han cursado la licenciatura o el título de grado de Enología. El COECM defiende la incorporación de todos los profesionales de Castilla-La Mancha dentro de su estructura si ejercen como enólogos, con independencia del itinerario de acceso a la profesión
La Asociación de Enólogos de Castilla-La Mancha ha sufrido en los últimos años una hemorragia interna por la huida de enólogos en dirección al colegio profesional, lo que ha reducido sus ingresos pero, según fuentes internas, sigue reuniendo en su seno a cerca de 200 asociados, lo que la convierte en la punta de lanza de la Federación Española de Asociaciones de Enólogos (FEAE), Por otra parte, los requisitos actuales para asociarse a la AECM y, consiguientemente, a la FEAE obligan a estar en posesión del título de licenciado o grado en Enología o del certificado de habilitación profesional otorgado por la autoridad competente de la comunidad autónoma. Esa exigencia estatutaria impide, en la actualidad, la pertenencia a la asociación a quienes hayan accedido a la profesión por otras vías (Formación Profesional o estudios universitarios diferentes de los de Enología).
Coexistencia o desaparición
La hipotética reunificación del colectivo profesional de los enólogos de Castilla-La Mancha plantea la cuestión de si deberían coexistir el colegio y la actual asociación con las funciones que a cada uno competen o si, por el contrario, sería más eficiente centralizar los esfuerzos y los recursos en el colegio y conseguir que todo el colectivo esté agrupado bajo el mismo paraguas, aún estableciendo dos ámbitos diferenciados para delimitar, por un lado, las actividades a realizar en cada uno de ellos y, por otro, la adscripción de los colegiados ordinarios y de los miembros “no colegiados” bajo la fórmula jurídica que se determinase.
Representación internacional
La AECM forma parte de la FEAE, integrada en la Unión Internacional de Enólogos (UIOE) que, a su vez, participa como observador en los trabajos de la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV) con sede en París. Por su parte, el Colegio de Enólogos de Castilla-La Mancha y el Colegio de Enólogos y Enólogas de Cataluña, los dos únicos existentes por el momento en España, están dando los primeros pasos para redactar los estatutos constitutivos del Consejo General de Colegios de Enólogos de España. Ese futuro consejo solicitaría su pertenencia a las instituciones internacionales en las que sus asociados estarían representados, lo que le otorgaría una presencia internacional distinta de la que, tradicionalmente, ha supuesto la FEAE.
En definitiva, estos son los principales argumentos que se dirimirán en la reunión que tendrá lugar el día 2 de julio entre las dos instituciones que, hoy por hoy, representan a los enólogos de Castilla-La Mancha, un colectivo profesional responsable, en buena medida, de garantizar la calidad del vino elaborado en la mayor región vitivinícola del mundo, con más de un 10% de la producción del planeta.