El proyecto de creación de una nueva denominación de origen por parte de algunos bodegueros de la comarca vitivinícola del Penedés al margen de la DO Cava tiene como principal objetivo acceder a la Champions League del espumoso. La iniciativa, nacida en torno a Corpinnat y Clàssic Penedès y a nombres propios como Xavier Gramona, Ton Mata, Joan Huguet o Josep María Albet i Noya, entre otros, pretende agrupar inicialmente a una treintena de elaboradores para crear una imagen de marca que compita en el segmento alto del mercado internacional, gracias a su compromiso con uno de los reglamentos de elaboración más exigentes del mundo. El nuevo movimiento que se ha producido en el tablero del espumoso catalán refleja el pulso existente entre quienes apuestan por un modelo a gran escala con precios competitivos y quienes abogan por producciones limitadas y una cotización mucho más elevada.
El pasado día 6 de septiembre la periodista Eva López publicó en el periódico de Vilafranca del Penedès “El 3 de vuit” una noticia que ha sacudido el ya tradicionalmente convulso escenario del cava. La DO Penedès y Corpinnat quieren crear una nueva DO para vinos espumosos con la voluntad de convertirla “en una referencia de los vinos de calidad del territorio”. “El Consejo Regulador y la marca colectiva”, continuaba la información, “llevan meses trabajando en este proyecto, que de entrada daría cabida a 19 bodegas del Clàssic Penedès y los nueve de Corpinnat, pero que nace con la voluntad de aglutinar un buen grueso de bodegas de la zona”.
"Tenemos una magnífica oportunidad delante y tenemos que aprovechar. Si lo hacemos bien, podemos jugar en la Champions de los espumosos", declaró al periódico villafranqués el copresidente de Corpinnat, Ton Mata. "No hay ninguna zona en el mundo”, añadió, “que acumule casi 150 años de historia en la elaboración de espumosos y que, además, tenga variedades propias de gran calidad. Esto lo tenemos que aprovechar ".
De Clàssic Penedès a Corpinnat
Lo cierto es que la escisión comenzó a fraguarse hace cinco años, en 2014, cuando un grupo de elaboradores decidió abandonar el Consejo Regulador del Cava, integrarse en la DO Penedès, que entonces presidía Josep María Albet, y crear en su seno la marca Clàssic Penedès (100% Ecológico, 100% Penedés y 100% Reserva), toda una declaración de intenciones. El nuevo movimiento reivindicaba un espumoso de largas crianzas, basado en una agricultura sostenible, integrada en el medio y limitada a la zona geográfica del Penedés.
La DO Cava quiso contrarrestar el envite y, para ello, su entonces presidente Pedro Bonet presentó el 13 de junio de 2016 en el Palau de la Música de Barcelona el llamado Cava de Paraje Calificado. Se trataba de una nueva categoría ‘premium’ procedente de viñedos excepcionales por sus condiciones climatológicas o geológicas, con una edad mínima de 10 años, un rendimiento máximo de 8.000 kilos por hectárea, vendimia manual y una maduración mínima en botella de 36 meses. Pero la brecha abierta por Clàssic Penedès había dejado una herida sin cicatrizar dentro del Consejo Regulador del Cava. Y, de hecho, el 1 de septiembre de 2017 seis importantes bodegas (Gramona, Llopart, Nadal, Recaredo, Sabaté y Coca, y Tiorelló) fundaron la Associació d’Elaboradors i Viticultors Corpinnat (AVEC), copresidida por Xavier Gramona (Gramona) y Ton Mata (Recaredo), a la que, posteriormente, se sumaron Huguet-Can Feixes, Júlia Bernet y Mas Candí.
La marca Corpinnat nació “con la voluntad de distinguir los grandes vinos espumosos elaborados en el corazón del Penedès, a partir de uva 100% ecológica recolectada a mano y vinificada íntegramente en la propiedad”. La coincidencia con la filosofía de Clàssic Penedès era evidente.
El paso definitivo
El 26 de octubre de 2018, después de poco más de un año de rodaje, la consejera de Agricultura de la Generalitat, Teresa Jordà, recibió a la junta directiva de Corpinnnat en el Parlamento catalán para conocer de primera mano las características y la filosofía de la nueva marca y expresar el apoyo y complicidad del Gobierno de Cataluña con el proyecto.
Tres meses después, el 30 de enero de 2019, los nueve elaboradores de cava agrupados bajo la marca Corpinnat tomaron la decisión de abandonar la DO Cava. Su pretensión era clara: diferenciar la singularidad de sus productos con una normativa propia y a través de unos estándares de calidad y prestigio limitados a la zona del Penedés. En ese momento, los nueve elaboradores detuvieron el proceso de etiquetado en cada una de sus bodegas para reanudar la comercialización a partir de la primavera. Por todo ello, la reciente decisión tomada por Corpinnat y Clàssic Penedès (DO Penedès) para unir sus fuerzas y crear una denominación de origen propia, con un apoyo global de alrededor de 30 bodegas, es la consecuencia lógica de los acontecimientos previos.
La DO Cava presentó en 2016 el denominado Cava de Paraje Calificado. Fotografía: www.docava.es
La respuesta de la DO Cava
La reacción del Consejo Regulador del Cava, que preside el consejero delegado del Grupo Codornìu Raventós, Javier Pagés, se produjo con carácter inmediato, en respuesta a la noticia publicada el 6 de septiembre. La institución emitió un comunicado de prensa en el que decía lamentar “profundamente” que las bodegas participantes en ese acuerdo hubiesen “tomado la decisión de autoexcluirse del proceso de renovación que se está realizando en el seno de la DO” y, a continuación se refería a un plan estratégico estructurado en tres pilares (segmentación/zonificación, garantía y promoción) creado “con el objetivo de lograr un beneficio para el conjunto del sector del cava”. Asimismo, el órgano regulador calificaba las manifestaciones vertidas por Corpinnat y Clàssic Penedès para justificar la creación de una nueva DO como “profundamente desleales”, se mostraba sorprendido por el “secretismo” con el que, a su juicio, habían llevado a cabo las negociaciones y sostenía que su “único objetivo” era “suplantar a la DO Cava y adaptarse a las necesidades específicas de las nueve bodegas de Corpinnat, contradiciendo sus propias manifestaciones públicas de diálogo”.
El choque entre dos modelos
La batalla que se libra ahora en el mapa del espumoso catalán es solo una nueva entrega de la guerra que se declaró hace más de dos décadas debido a las diferencias de criterio sobre la gestión de ese gran patrimonio vitivinícola. Es la lucha entre quienes aceptan o promueven las grandes producciones que, a menudo, conducen al ‘low cost’ y quienes reivindican mayores controles de calidad y precios más elevados.
La cronología retrotrae a 1997, año en el que el grupo murciano J. García Carrión, fabricante del vino Don Simón, adquirió la bodega Jaume Serra en Vilanova i la Geltrú (Barcelona). Su estrategia de control de costes y de creación de un producto masivo a precios populares le llevó a ser el mayor fabricante de cava de ‘marca blanca’, como suministrador de Mercadona, y a situar el cava Jaume Serra, de acuerdo a un estudio de NIelsen, como líder de su segmento en el mercado nacional, desbancando a las, hasta ese momento, inalcanzables Carta Nevada de Freixenet y Anna de Codorníu.
De hecho, los dos buques insignias tradicionales del cava catalán acusaron la presión de García Carrión y optaron también, en distinta medida, por competir en precio popularizando algunos de sus productos. Un desafío comercial al que se sumaron algunas otras bodegas especialmente de la propia Cataluña y de Extremadura. Hay que tener presente que aunque el 82% de las 38.000 hectáreas de la DO Cava se encuentra en Cataluña (fundamentalmente, en las provincias de Barcelona y Tarragona) el 18% restante se distribuye en otras siete regiones españolas, Comunidad Valenciana, Extremadura, Aragón, Navarra, La Rioja, País Vasco y Castilla y León.
Tal vez el caso más llamativo en lo que atañe al abaratamiento de los precios, pese a su excepcionalidad, sea el del cava Arestel, de Barcelona, que se llegó a vender hace unos años en los supermecados Lidl a un precio de 0,99 euros la botella.
En enero de 2019, los nueve elaboradores de cava agrupados bajo la marca Corpinnat tomaron la decisión de abandonar la DO Cava. Fotografía: www.corpinnat.com
La irrupción de las multinacionales
Además de la diferente perspectiva existente entre los dos principales modelos de negocio que conviven en el sector cavista, es necesario asimismo tener presente la reciente irrupción de multinacionales extranjeras en el entramado societario catalán, aprovechando la crisis económica y las desavenencias entre las familias propietarias.
El fondo de inversión estadounidense The Carlyle Group se hizo en junio de 2018 con el control del grupo Codorníu, tras adquirir los derechos de compra de la mayoría de las acciones de la familia Raventós. Tres meses antes, Freixenet, el líder mundial del cava, cayó en manos de Henkell & Co. Sektkellerei, perteneciente al grupo alemán de alimentación Dr. Oetker. Concluyeron así 100 días que conmovieron los cimientos del ‘imperio de las burbujas’ erigido a lo largo de siglos en el Alto Penedés. Desde ese momento, las decisiones que afectan a los dos grandes símbolos del espumoso catalán no se toman en Sant Sadurní d'Anoia, sino en Washington y Wiesbaden, respectivamente, del mismo modo que el grupo García Carrión, propietario de Jaume Serra y considerada la primera bodega de Europa y la cuarta del mundo, toma las decisiones en Jumilla (Murcia).
Vínculo geográfico y arma arrojadiza
Esa quiebra del vínculo geográfico que el cava había mantenido desde sus orígenes no es una cuestión irrelevante porque permite visualizar más claramente la distancia existente, tal vez insalvable, entre los protagonistas de un negocio multimillonario y fuertemente arraigado en algunas comarcas catalanas. Finalmente, como telón de fondo, es importante destacar que desde hace unos años el sector del cava se ha convertido en un arma arrojadiza dentro del debate político, con continuas llamadas al boicot en una y otra dirección, que arrecian en momentos de especial tensión y, sobre todo, en los prolegómenos de las fechas navideñas, cuando el efecto en las cuentas de las bodegas es mayor.