Con esta expansión global del mercado del vino han aparecido nuevas costumbres y necesidades para el momento de su consumo. Antes se solía terminar una botella después de abierta, ahora la misma botella puede durar días. También el momento del consumo ha cambiado, tomándose vinos en ocasiones fuera de los contextos más clásicos: tintos en verano, blancos en la nieve, rosados en la terraza, espumosos en el vermut, lo que ha provocado la aparición en el mercado de accesorios para el hogar y la restauración de toda una serie de inventos y artilugios hasta de difícil interpretación.
En cualquier supermercado, y por supuesto en las tiendas especializadas, podemos encontrar en las estanterías objetos destinados a "facilitar" el consumo del vino y que la gente los compra para su casa o para quedar bien y regalar a ese amigo al que tanto le gusta el vino, y que luego no tiene ni idea de cómo usarlos. Con todo este marketing en los accesorios enológicos, puedes encontrarte colecciones completas de herramientas de difícil interpretación, donde resulta imposible distinguir las que tienen un verdadero valor de las que no sirven para nada. Destacamos a continuación algunos artilugios, normalmente innecesarios, que nos pueden complicar la vida a la hora de compartir una botella de buen vino.
El termómetro, que no parece muy probable utilizarlo cada vez que abramos una botella para esperar a que el vino alcance su temperatura adecuada, quizás en esta desquiciante demora el vino sea sustituido por alguna bebida que no necesite tanta precisión en su temperatura de consumo. El anillo anti-goteo, que en el caso necesario de proteger la etiqueta, puede ser útil en catas, ferias y presentaciones, pero en situaciones más mundanas, resulta cuanto menos excesivo. La cuchilla corta-cápsulas, cuando en realidad no es un problema, sobre todo cuando casi todos los sacacorchos ya lo tienen incorporado en forma de navajita. Los señaladores de copas, que más indican hallarse en una fiesta sin cuartel ni recato que en una mesa ordenada de educados comensales, o ¿quizás se trate de un encuentro a ciegas para ligar? En este caso me callo y ¡disfruten señores! La bomba de vacío, que se puede prestar a controversia, pues si en teoría puede evitar la evolución del vino al eliminar el oxígeno de la botella abierta, su funcionamiento suele ser deficiente. El oxigenador, confundido en aplicación con el decantador, pero que ni se parecen en forma ni utilidad. El decantador es útil cuando no se utiliza para decantar, sino en realidad para airear el vino dejando los posibles posos en la botella y el oxigenador, sin embargo no sirve para decantar, quizás un cirujano le saque mejor partido.
Pero no hemos terminado todavía, ¡cuidado! Es posible que aparezca en el mercado alguna batidora especial para practicar el híper-decantado instantáneo.Y para finalizar, el indicador de grado alcohólico, que en realidad es un timo manifiesto.
El gas y la cuchara de plata
Lo extraño es que en los estuches con enseres enológicos no incluyan una cuchara de plata para que no se escape el gas del cava, que aunque suene a broma, existe la creencia de que introduciéndola en el orificio de la botella, no se marchará el gas. Ni Uri Geller sacó tanto partido a este aparejo en cuestión. Por cierto, y hablando del tema de la oxidación del vino abierto guardado en la nevera, sería bueno recordar que las bajas temperaturas aceleran el proceso de consumo de oxígeno por el vino, por lo que seguramente se conserven mejor bien cerradas y en lugar fresco que en la nevera, si es con vacío real, mucho mejor.
Lo que sí parecen realmente útiles como avíos amigables a la hora de tomar vino es un buen sacacorchos, mejor de dos tiempos que de uno, y sencillito por favor, que el diseño no entorpezca la eficiencia. Un escanciador, dispositivo que ayuda a servir el líquido conteniendo las gotas y evitando posibles desastres. Los enfriadores térmicos, que como ya se ha dicho no es necesaria la medición precisa, pero si el mantenimiento constante de la temperatura a la hora de consumirlo. Incluso en situaciones de supervivencia, hay quien saca el corcho con un zapato y tengo un amigo que en las fiestas marca su copa con una miga de pan dentro del vino, y tan contento que está, porque el sistema no le falla.